Fotos y palabras por Javier Velásquez @el__towi
Nos pusimos en contacto con Javier “Towi” Velásquez, a quien tenemos el honor de contar como miembro del Sonora Gravel Social Club, y quien participó en la edición de este año de Le Tour de Frankie, la primera carrera ciclista de larga distancia autosuficiente de México a la cual se le apoda “El Infierno del Sur”. Para quienes no estamos familiarizados con el término, explicamos un poco: la regla principal en este tipo de carreras, a veces llamadas “de ultradistancia”, es generalmente que el tiempo empieza a contar en una salida grupal y no se detiene hasta que la persona participante llega a la meta. Esto significa que no hay etapas, como en Le Tour d´France por ejemplo, o podría decirse que es una sola etapa, durante la cual la persona participante decide cómo administrar su tiempo entre pedalear, dormir, comer, descansar, y resolver cuanta situación se le aparezca. Ahora le cedemos el espacio al Towi para que nos cuente su experiencia.



¿Qué es Le Tour de Frankie (LTDF)? Es una carrera en bicicleta de 800 km de distancia y más de 13 mil metros de altimetría acumulada, que se corre desde el Zócalo de la Ciudad de México hasta Puerto Escondido, Oaxaca. Es una carrera autoasistida, donde tus habilidades y la bicicleta te harán resolver los problemas que se vayan presentando; las reglas indican que no puedes recibir ayuda de algún vehículo o barredora. La mayor parte de la ruta es terracería y cruzas por checkpoints (CP) en ubicaciones y horarios de cierre determinados; esto le pone más sazón al modo carrera, ya que cada corredor administra su tiempo y lleva su estrategia.


Sería genial para contar esta historia poder separar por días las etapas por las que pasas por la carrera, pero en mi caso no es posible, ya que hubo partes que recorrí en días completos, es decir, 24 horas en movimiento hasta encontrar un lugar donde poder dormir y tomarlo como una parte ya recorrida del Tour.



La carrera la inicias saliendo de la CDMX, corriendo por Av. Tlalpan a toda velocidad. Todos salen con la adrenalina a tope, y no es para menos, estás en la carrera de gravel más dura de Mexico. Llegas a Xochimilco y empieza el ascenso hacia el Mirador La Loma, después continúas hacia Paso de Cortés donde está el CP1, una subida dura donde varios corredores se cuestionan si continuar.



Después viene una bajada técnica hacia Atlixco de las Flores, una bajada que cobró caídas y varias cosas perdidas. En mi caso la bajé tarde por esperar más tiempo de lo debido en CP1, y mientras estaba en busca del CP2 ya se sentía el calor, con tramos largos de asfalto donde sacabas jugo al fondo entrenado, se podía mantener un ritmo muy bueno que te iban sumando kilómetros, luego se volvía al gravel al entrar a San Juan Epatlán y llegar al CP2.


Continúas hacia el CP3 cruzando Acatlán de Osorio, en el estado de Puebla, una zona casi desértica donde el calor no da tregua y la noche es cruda. Hay más de 100 km de gravel y subidas de hasta el 16%, con pocos puntos donde poder abastecer si atacas esta parte durante la noche. Pero lo que paga el dolor de las subidas, son las vistas, los amaneceres rosados y los gestos de la gente que te hacen aguantar el calor del Infierno del Sur.




Ya en el estado de Oaxaca, rumbo a CP4 en Chalcatongo, va a cambiar tu concepto de lo que es una subida: un tramo de calor más intenso que el que acabas de pasar rumbo al CP3, con mas de 100km en su mayoría de gravel y bajadas amenizadas por perros que no se van a detener por tratar de alcanzarte. Los más de 400 km que ya llevas en las piernas, el cansancio y falta de horas de dormir las notarás en cada puerto, luego una bajada muy larga te hace recobrar el ánimo, pero una última parte antes de llegar el CP4 con subidas de hasta 18% de inclinación te hace sentir que no llegarás a tiempo.


“Es allá donde se ven las nubes”
Saliendo de CP4 viene la verdadera carrera del Infierno del Sur: 20 km aproximadamente para llegar a donde empieza el descenso hacia El Vergel, un punto en medio de la sierra que está a unos 500 msnm con un calor húmedo, tras el cual vienen 21 km de subida sin tregua, donde el terreno pasa de gravel a básicamente mtb, con mucha piedra e inclinaciones superiores al 16%. En este tramo me encontré a unos locales a los cuales les pregunté: “¿Cuánto falta para Buenavista?”, uno de ellos volteó a ver la sierra y sin titubear dijo: “Es allá donde se ven las nubes en el cerro”, y no mentía. Subimos literal hasta las nubes donde un ángel nos rescató del hambre y la sed, pero ese punto era la mitad de la llegada al CP5, ya que aún faltaba una bajada interminable que cansa, que te hace parar a estirar las manos, un recorrido con columpios y tanta arena que te hace caminar, pero al fondo de esos arenales está el CP5, un lugar que te recibe victorioso.




Sin embargo, la sensación de victoria dura poco, porque aún falta la Sierra Mixteca, el último puerto que ta va a hacer sentir que las piernas tiemblan, con subidas de concreto que derrapa, un cambio de clima muy notorio pero que te dice que ya está próxima la bajada, y donde los locales te admiran y te gritan apoyo, te motivan, para así poder atacar los últimos 180 km de calorcito, de olor a playa, de dolor, de hacer fondo, de lo “planito” pero que no deja de recordarte que eres humano. Luego llegas a la entrada de Puerto Escondido, señal de que esto se esta acabando, recorriendo calles que te hacen serpentear para al fin llegar a la meta, y saber que se ha concluido con el Infierno del Sur y que en todo el camino el calor, el dolor, el ladrido de perros, el frío, la noche cruda, el miedo, y la incertidumbre te han convertido en algo diferente. Te has convertido en un guerrero…del Infierno del Sur.



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